Está escuchando la voz de Armando Plata
Casa de Poesía Silva


The poet José Asunción Silva lived here until his death in 1895.
The building is a good example of a restored colonial house with a peaceful garden patio, located at Calle 14, No. 3-41. It has been open to the public since 1986.
There is a museum and a bookshop with more than 7,000 volumes of poems, essays, stories, biographies etc.
El poeta José Asunción Silva vivió en este lugar hasta su muerte en 1895.
El edificio es un ejemplo de una casa colonial restaurada, con patio interior muy sereno y lleno de flores. La casa está localizada en la calle 14 No 3-41 y ha estado abierta al público desde1986.
Hay un museo y una biblioteca con más de 7.000 volúmenes de poesía, ensayos, historia, biografías, etc.
Poema de Jos� Asunci�n Silva  
CREP�SCULO
Junto de la cuna aún no está encendida
la lámpara tibia que alegra y reposa,
y se filtra opaca, por entre cortinas,
de la tarde triste la luz azulosa.

Los niños, cansados, suspenden sus juegos;
de la calle vienen extraños ruidos;
en estos momentos, en todos los cuartos,
se van despertando los duendes dormidos.

La sombra que sube por los cortinajes,
para los hermosos oyentes pueriles,
se puebla y se llena con los personajes
de los tenebrosos cuentos infantiles.

Flota en ella el pobre Rin Rin Renacuajo,
corre y huye el triste Ratoncito Pérez,
y la entenebrece la forma del trágico
Barba Azul, que mata sus siete mujeres.

En unas distancias enormes e ignotas
que por los rincones oscuros suscita,
andan por los prados el Gato con Botas,
y el Lobo que marcha con Caperucita.

Y, ágil caballero, cruzando la selva,
do vibra el ladrido fúnebre de un gozque,
a escape tendido va el Príncipe Rubio
a ver a la Hermosa Durmiente del Bosque.
Del infantil grupo se levanta leve,
argentada y pura una vocecilla
que comienza: "Entonces se fueron al baile
y dejaron sola a Cenicentilla.

Se quedó la pobre triste en la cocina,
de llanto y de pena nublados los ojos,
mirando los juegos extraños que hacían
en las sombras negras los carbones rojos.

Pero vino el hada, que era su madrina,
le trajo un vestido de encaje y crespones,
le hizo un coche de oro de una calabaza,
convirtió en caballos unos seis ratones.

Le dio un ramo enorme de magnolias húmedas,
unos zapatitos de vidrio, brillantes,
y de un solo golpe de su vara mágica
las cenizas grises convirtió en diamantes.

Con atento oído las niñas la escuchan;
las muñecas duermen en la blanda alfombra
medio abandonadas, y en el aposento
la luz disminuye, se aumenta la sombra.

Fantásticos cuentos de duendes y hadas,
llenos de paisajes y de sugestiones,
que abrís a lo lejos amplias perspectivas
a las infantiles imaginaciones.

Cuentos que nacisteis en ignotos tiempos
y que vais volando por entre lo oscuro,
desde los potentes arios primitivos
hasta las enclenques razas del futuro.

Cuentos que repiten sencillas nodrizas
muy paso a los niños cuando no se duermen,
y que en sí atesoran del sueño poético
el íntimo encanto, la esencia y el germen.

Cuentos más durables que las convicciones
de graves filósofos y sabias escuelas,
y que rodeasteis con vuestras ficciones
las cunas doradas de las bisabuelas

¡Fantásticos cuentos de duendes y hadas,
que poblais los dueños confusos del niño,
el tiempo os sepulta por siempre en el alma
y el hombre os evoca con hondo cariño!